Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1871-1872 (Cortes de 1871 a 1872)
Sesión: 27 de mayo de 1871
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Respuesta al Sr. González Chermá
Número y páginas del Diario de Sesiones 46, 1.244 a 1.246
Tema: Diputación provincial de Castellón y ferrocarril de Tarragona

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Me parece que el Sr. González Chermá ha dividido su discurso en tres puntos: el primero, referente a la conducta que el gobernador ha observado con la Diputación provincial de Castellón; el segundo, referente a no sé qué perjuicios causados por las obras del ferrocarril de Tarragona, y el tercero, referente a algunas observaciones políticas que S.S. ha tenido por conveniente hacer relativamente a la situación de aquella provincia.

En el primer punto, S.S. ha tratado como ha tenido por conveniente al gobernador de la provincia, y ha tratado de arbitraria, de violenta, y no sé de qué más, la conducta que ha observado con la Diputación provincial de Castellón. A la verdad, señores, yo no sé cómo defenderle, porque me encuentro apurado para defender a un gobernador de cargos de que no puede ser responsable, y de actos que no ha podido llevar a cabo.

Si a mí me dijeran que el Sr. González Chermá era un buen sujeto, pero que era preciso perseguirle porque había robado la luna, diría; pues entonces dejarle en paz, porque eso no es posible.

Supone S. S. que el gobernador ha aprobado actas, y ha desaprobado actas de diputados provinciales; que el gobernador ha constituido la Diputación cuando no debía constituirla. Pues nada de esto puede hacer el gobernador, porque si lo ha hecho, habrá sido con el consentimiento de la Diputación. ¿Acaso el gobernador aprueba o desaprueba actas? ¿No conoce S.S. que no tiene nada que ver con eso el gobernador? ¿El gobernador ha podido influir, y sobre todo constituir la legalidad o ilegalidad de aquella Diputación? ¿Pues cuáles son las atribuciones del gobernador en la Diputación provincial, si en ellas no tiene ni aun voto? Por consiguiente, vea el Sr. González Chermá cómo está equivocado, cómo ha exagerado, y cómo, en realidad, llevado de buena intención, no sabe bien las funciones de la Diputación, no ha tenido en cuenta las atribuciones que competen al gobernador para atribuirle cosas que no puede hacer.

Es tan absurdo suponer que el gobernador ha aprobado actas y ha desaprobado actas de diputados provinciales, como suponer que S.S. ha robado la luna. ¿Puede S. S. robar la luna? Pues lo mismo puede el gobernador aprobar o desaprobar actas de diputados provinciales. Por consiguiente, si el gobernador no ha podido hacer nada de lo que ha dicho el Sr. González Chermá, caen por su base los argumentos que S. S. ha expuesto.

Lo que aquí ha pasado es otra cosa en la cual no tiene que ver el gobernador. En la Diputación había tres elementos: entraban en la Diputación el elemento liberal, el elemento republicano y el elemento carlista; y estaban las fuerzas de tal manera distribuidas, que ninguno de estos elementos podía dominar a los otros dos; y aquí la cuestión de los republicanos. Estos creyeron que debían unirse a los liberales para vencer a los carlistas, en vez de unirse a los carlistas para vencer a los liberales; y todos los republicanos lo hicieron así. En este supuesto, en el momento de constituirse la Diputación para dar un aspecto de imparcialidad, nombraron en la comisión de actas uno de cada uno de estos tres elementos políticos, es decir, un republicano, un liberal y un carlista; pero dado el convenio, y sobre todo la confianza que los republicanos tenían en unirse a los liberales con preferencia a los carlistas, la comisión de actas, compuesta de tres individuos, cada uno de distinta procedencia, fue aprobando las actas de los liberales y de los republicanos, y una vez que estos estuvieron en mayoría, se constituyó la Diputación, se nombró la comisión permanente, y claro está que como los republicanos y los liberales eran los más, la comisión permanente se compuso de republicanos y liberales, y no de carlistas. Esto es lo que ha pasado allí, y los únicos que se quejan son los carlistas; pero no del gobernador, sino de los republicanos y de los liberales, porque no quisieron darles parte a los carlistas en la comisión permanente, en lo cual estaba de acuerdo el Sr. González Chermá según las noticias que yo tengo; porque S. S. creyó mejor unirse a los liberales que a los carlistas.

Pero cuando los liberales y los republicanos unidos nombraron la comisión permanente, y cuando se constituya la Diputación provincial, al Sr. González Chermá ya no le pareció esto bien. No sé por qué a S.S. no le ha parecido bien después lo que antes sí le pareció; pero como nunca faltan malas intenciones y personas que interpreten desfavorablemente las cosas, me ha dicho a mí lo que yo no creo; porque yo he tenido buen cuidado de enterarme, toda vez que ya S.S. tenía anunciada la interpelación, y yo quería contestarle con [1.244] conocimiento de causa; pues yo quiero ser deferente con mis compañeros, y al ver que S. S. hizo indicaciones respecto de la conducta de aquel gobernador, le dije a S.S. que no sabía nada; pero inmediatamente que salí de aquí me apresure a adquirir las noticias necesarias para contestarle. Pues bien, a consecuencia de esas noticias, lo que me han dicho es que S. S. y sus compañeros, los republicanos, creyeron conveniente unirse en un principio a los liberales para combatir a los carlistas; pero que una vez constituida la Diputación, y una vez nombrada la comisión permanente con esa unión de republicanos y de liberales, S. S. ha mudado de parecer; y vea S. S. lo que son las malas intenciones, sus propios correligionarios dicen que ha sido porque no le han hecho presidente de la comisión permanente. Pero en fin, esto importa poco, y además ya he dicho que yo no creo que eso sea verdad, y paso adelante. De manera que los liberales y republicanos de Castellón creen que S. S. no tiene razón; y además que el presidente de la comisión permanente es un republicano correligionario de S. S., y no se queja nada de aquellas arbitrariedades del gobernador. Los republicanos correligionarios de S. S. están contentos, y sólo S. S. es el que ha tenido que hacer reproches a la manera de ser de aquella Diputación, y quejarse de la conducta del gobernador de aquella provincia.

Respecto de los perjuicios causados a los propietarios del ferrocarril, ya comprenderá el Sr. González Chermá que el Gobierno no tiene nada que hacer en eso. Se trata de una empresa particular, de una compañía concesionaria de ese ferrocarril, que hizo obras, que pagaría las indemnizaciones, y que no había pagado todavía algunos perjuicios de los que ocasiona la ejecución de ciertas obras, y que no pueden tasarse definitivamente hasta que estas estén concluidas. Y aquí ¿qué tiene que hacer el Gobierno? ¿La compañía concesionaria no ha cumplido con lo que es de su obligación? Pues los propietarios tienen expedita la acción de los Tribunales. ¿Han acudido a los tribunales? ¿Les han hecho justicia? Pues el Gobierno no tiene nada que hacer en esto. Es una cuestión sencilla; una cuestión de la compañía del ferrocarril con los propietarios que se creen perjudicados. Si ellos han reclamado a los tribunales, y estos les han dado la razón, y han dicho que es compañía pague tanto o cuanto a esos particulares, la compañía habrá tenido buen cuidado de pagar, y si no, los tribunales le obligarán a hacerlo. Que acudan, pues, esos propietarios a quien corresponda, y no venga el Sr. González Chermá a hacer responsable al Gobierno de cosas en que el Gobierno no tiene nada que hacer.

Tengo entendido también que algunos propietarios acudieron a los tribunales; que estos resolvieron; que la compañía se negaba a pagar; pero los tribunales mandaron

retener cantidades en una de las estaciones del ferrocarril, en la de Tarragona, si mal no recuerdo, y esas cantidades se distribuyeron entre los propietarios que reclaman. Si los demás no han cobrado, habrá sido, o porque no sean tan celosos y tan activos, o porque no tengan derecho a reclamar.

Su señoría, en la tercera parte de su interpelación, ha tratado de lo que ha llamado política del gobernador de la provincia de Castellón, y para eso ha traído a cuento la sublevación carlista última, a la que S.S. ha dado poca importancia. No ha tenido mucha verdad; pero no ha sido por la voluntad de los carlistas, que hicieron lo que pudieron. Pero eso no tiene nada que ver con la política de las autoridades, porque si se sublevaron, deber era de las autoridades perseguirlos, destruirlos y esto es lo que hicieron aquellas autoridades. Dice su señoría que fue una sublevación de chicos, de hombres de poca edad, y que fuera de unos 20 ó 30 hombres, los demás eran gente joven. Generalmente, a las sublevaciones no van gentes viejas; pero el resultado es que hubo varias partidas que hicieron lo que pudieron, y las autoridades cumplieron bien concluyendo pronto con aquellas partidas, sin hacer nada de eso que S. S. supone al decir que una compañía entró en un pueblo e hizo fuego no habiendo enemigos; no, eso no lo hace el soldado español. También S. S., como cuestión política, ha sacado aquí a plaza las últimas elecciones, manifestando que si S. S. hablara de las elecciones que se han hecho en su pueblo tendría que decir cosas muy buenas. Es lástima que no se las oigamos a. S. S.; pero no ha dicho nada que se refiera a un caso concreto, ninguno, y yo me limito a decir que en aquella provincia no ha habido candidatos ministeriales; no sé qué candidatos son esos a que se refiere S. S. y que figuraban antes de reunirse los comités. Lo que sí sé es que no ha habido allí, como en ninguna provincia, candidatos ministeriales. Todos los Diputados que han venido adictos a la situación, no han tenido el carácter de ministeriales, sino que han sido proclamados por sus amigos, que tienen en sus provincias, como los tiene S. S., y por sus correligionarios, y estos y aquellos son los que los han votado, como han votado a S. S. sus amigos y correligionarios.

 Dice S. S. que en la provincia de Castellón, antes de reunirse los comités o juntas, figuraban los nombres de algunos candidatos.

Esto ha sucedido siempre, porque antes que las juntas determinen un candidato, su nombre suele sonar en los pueblos, en las ciudades, en las aldeas, porque es necesario para que las juntas sepan cuál es la voluntad de sus representados. Por consiguiente, ¿qué extraño es que en Castellón haya sucedido eso? Esto es lo que se llama la atmósfera que determina después la designación de los candidatos.

Ha dicho S. S., y dejo esto para lo último, porque es lo más grave de su peroración, que las autoridades o jefes militares, no recuerdo bien, no habían hecho todo lo posible para contener inmediatamente la sublevación carlista, y habían procurado que aquella sublevación se prolongara a fin de obtener más gracias y más grados.

Su señoría no tiene en esto razón, y sabe bien S. S. que no la tiene, porque ha habido pocas sublevaciones en que los jefes militares y la tropa hayan dado un ejemplo de una actividad más grande y más heroica. Ha habido tropas que se han batido en cuatro provincias distantes, separadas bastantes leguas, y han llegado a tiempo para sofocar la sublevación, y parte de la tropa que fue a Castellón se había batido ya en otros puntos con un valor, con una energía, con una decisión de que hay pocos ejemplos aquí y fuera de aquí. Pues eso es lo que ha hecho la tropa en Castellón, y gracias a esa actividad y a esa energía, no tomó más incremento la sublevación que en otras partes, porque no había allí menos elementos que en otras provincias, pues ya sabe el señor González Chermá lo que allí vale el elemento carlista, y la defensa que proporciona el terreno. Pues a pesar de eso; a pesar de los grandes preparativos que allí había, no pudieron hacer nada gracias a la energía de esos que cree S.S. fueron morosos para conseguir más grados.

Rechazo, pues, en nombre del ejercito, lo rechazo con indignación, porque es una ofensa que no merece, [1.245] y que sí ha podido merecer alguna vez, que no lo creo, no puede, seguramente, ser en esta sublevación, ni en ninguna de las que hemos presenciado desde la revolución de Septiembre acá. No es conveniente hablar así del ejército español.

Sus señorías siempre que pueden maltratan, ultrajan al ejercito español, y hacen mal: primeramente, porque no lo merece; y en segundo lugar, porque no parece sino que es una cosa separada, distinta del resto de la Nación, siendo así que el ejército se compone de hijos del pueblo: es una parte del pueblo; y no sé, ni comprendo cómo S. SS. que quieren elevar tanto al pueblo, hacen siempre una separación del ejército. Si el pueblo es bueno, bueno es el ejército, y éste es malo cuando aquel lo es, porque el origen, la raíz, el fundamento del ejército, es el pueblo; del pueblo salen los soldados y al pueblo vuelven. La tropa que maniobró en Castellón, lo hizo con la misma actividad, con la misma lealtad, con el mismo valor que en las demás provincias, y gracias a ello, aquella sublevación que se presentaba potente y poderosa, desapareció en pocos días salvando al país de una gran calamidad y de muchas y continuadas desgracias.



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